domingo, 10 de enero de 2016

Algunas ideas sobre el Cabernet Franc.

Su origen es tan noble como el del Malbec, ya que comparten la cuna de Burdeos. Allí hay referencias de gran prestigio como Chaussone o Cheval Blanc, en Saint Emilion. Que si bien no son varietales puros, es donde se ha demostrado; al menos hasta el momento; que es donde mejor se expresa el Cabernet Franc. Aunque también en la comarca de Chinon, en el Valle del Loire, da vinos excelentes, más frescos y mordientes, ideales para la buena mesa.
Aquí llegó hace muchos años, y formaba parte del grupo de la "francesa", como se denominaba en general a las uvas tintas. Incluso, hasta que el ampelógrafo Ing. Alcalde ponía un manto de claridad al tema, se la confundió con Carmenere y Merlot.
Hoy, existen apenas unas 700 hectáreas plantadas, pero enólogos referentes han visto en el Cabernet Franc un tinto diferente. Con mucho potencial, y con capacidad de concebir grandes vinos argentinos. No es tan fácil de lograr ya que tiene alto contenido de piracinas, y si no se conduce bien el viñedo y se elige bien el punto de cosecha puede quedar un vino muy vegetal, con aromas y sabores a pimiento rojo y verde. Tiene taninos más amables que los de su hijo Cabernet Sauvignon (cruza natural del Franc con el Sauvignon Blanc), y por ende menos estructura. En los altos niveles, suele ser un vino más vertical que un Malbec, sin su carnosidad y volumen. 
Es cierto que el cabernet Franc aporta novedad, y que evidentemente se da muy bien. Lo que está por verse es cuan lejos puede llegar. El Malbec ya lo demostró con creces. Al Cabernet Sauvignon le sobran condiciones pero al parecer no es tan original, por haber sido protagonista de los primeros grandes vinos argentinos. 
También es cierto que se lleva muy bien con el Malbec, tanto en blends como en co-fermentaciones. Pero su auge es muy localista. Ya que si bien hay un par en Patagonia, brilla por su ausencia en el norte, y San Juan tiene solo algunos exponentes de media gama. Todo se centra en pocos distritos de pocas zonas mendocinas como Luján de Cuyo y Valle de Uco; y depende de pocos enólogos. Al degustarlo y escucharlos se comprende por qué es la variedad del momento para ellos. Porque son pocos los que la pueden hacer, porque los vinos que logran son muy buenos y expresivos, porque supuestamente gozan de una longevidad interesante en botella. 
Ellos vieron en el Cabernet Franc un aliado para seguir creando vinos, más allá del Malbec. Y se motivaron más con los puntajes de algunos periodistas internacionales, que siempre valoran lo nuevo a su paso por el país. La suerte del varietal está echada, ahora le toca hablar al consumidor, que al parecer lo ha recibido con los brazos abiertos.
Fuente: http://www.infobae.com/2015/07/03/1739442-cabernet-franc-la-cepa-moda-los-enologos

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